El lugar de Alcalá de Ebro, se encuentra en la denominada Ribera Alta del Ebro, en su orilla derecha, al norte de la capital de Zaragoza (Higueras Arnal, Antonio: «la Ribera Alta». Geografía de Aragón. Zaragoza, Guara Editorial, 1990. p. 12).
Su topónimo actual es de claro origen árabe y significa “el castillo”, en referencia a la antigua fortificación musulmana, que vigilaba el tránsito de barcas en el río euro. (Asín y palacios, Miguel: “Contribución a la topología árabe en España. Madrid-Granada, 1944, p. 51, citado por Ubieto Arteta, Antonio: “Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados”. Zaragoza, 1983, vol. I. p. 63), recogiéndose en los textos como Alcalá, hasta el año 1495, y como Alcalá de Ebro desde 1543, denominación que tiene en la actualidad.
Las primeras noticias referentes a la localidad de Alcalá de Ebro, hacen referencia al castillo de origen musulmán, situado en un acantilado, al borde del río Ebro, englobado dentro del sistema defensivo que tenía la ciudad de Zaragoza en dicho periodo (Guitart Aparicio, Cristóbal: “Castillos de Aragón”. Zaragoza, 1979, vol. II. p. 32). Se mantuvo el castillo muchos siglos levantado frente al río Ebro, hasta que en tiempos del monarca Felipe V fue demolido y sus Canterías utilizadas por los lugareños en sus construcciones.
Tras la conquista de la ciudad de Zaragoza y sus alrededores en 1118, el castillo paso a formar parte de los honores reales, lugares en los que se formarían los primeros señoríos de la Ribera Alta del Ebro, al ser confiados a los nobles que acompañan al monarca.
La primera referencia documentada sobre la posesión del lugar, data del año 1320, cuando pertenecía Felipe de Salces (Sinués Ruiz, Atanasio, y Ubieto Arteta, Antonio: “El patrimonio real en Aragón durante la edad media”, Zaragoza, 1986, doc. n.º 1480), para pasar a englobar al señorío de los Luna de Almonacid, junto con los cercanos lugares de Pedrola, Figueruelas y Luceni, al ser Alcalá de Ebro de Pedro de Luna en el año 1348 (Caruana, Jaime: “dos relaciones inéditas sobre los sucesos de la unión”, en «Estudios de la edad media de la corona de Aragón «, 3, Zaragoza, 1947, p. 490).
La propiedad sobre Alcalá de Ebro, sería confirmada por el monarca Pedro IV de Aragón, quien en el mes de junio del año 1348 dio la jurisdicción del lugar a Antón de Luna (Sinués Ruiz, Atanasio, y Ubieto Arteta, Antonio: op. Cit., doc. n.º 111).
La casa de los Luna, en el marco de los sucesos que se desarrollaron en Aragón a principios del siglo XV, con motivo de nombrar un nuevo monarca, tomo partido por la causa del conde de Urgel como pretendiente a la corona del reino de Aragón. Al obtener el trono del Reino Fernando de Antequera, de la casa de Trastámara, en el año 1412, actuando ya como Fernando I de Aragón, confiscaría lugar de Alcalá de Ebro a su propietario Antón de Luna, ante su postura de no aceptación de la decisión de coronar a Fernando de Antequera, y mantener el apoyo al conde Urgell (Sarasa Sánchez, Esteban: “Sociedad y conflictos sociales en Aragón: siglos III-XV (Estructuras de poder y conflictos de clase). Madrid, 1981, pp. 79-85; Sinués, Ruiz, Atanasio y Ubieto Arteta, Antonio: op. cit., doc. n.º 174).
Tras la confiscación del lugar del monarca, el monarca dispuso donarlo en el año 1416 a Pedro de Quesada, aunque en otras fuentes se recoge como Pedro de Urrea y Pedro Jiménez de Urrea (Sinués, Ruiz, Atanasio, y Ubieto Arteta, Antonio: op. cit., doc. n.º 113; Castillo Genzor, Adolfo: “Aragón. Historia y Blasón representativos de sus pueblos, villas y ciudades. Zaragoza, 1962-1965”, Vol. VIII, p. 17; Madoz, Pascual: “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posiciones posesiones de ultramar”. Madrid, 1845-50, Ed. facs. Edición general de Aragón, vol. Zaragoza. p. 34, voz Alcalá de Ebro), empezando a vincularse, por las sucesivas relaciones matrimoniales de las familias nobles aragonesas, con la cercana casa de los Gurrea-Aragón, duques de Villahermosa, instalada en la villa de Pedrola, constatando que en el año 1497 el lugar era de Aldonza Gurrea (Ubieto Arteta, Antonio: “Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados de Zaragoza, 1983, vol. I. p. 63).
La posterior posesión del lugar estuvo vinculada al duque de Villahermosa (Archivo de Simancas, Estado, leg. 213). Labaña, en el año 1610, nos dice que pertenecía a Fernando de Aragón y Gurrea, intitulado conde de Luna al haber perdido el ducado de Villahermosa en 1608 por sentencia policial (Labaña, Juan Bautista: Itinerario del reino de Aragón. Zaragoza, 1895, p. 12), aunque siempre estuvo la localidad vinculada su posesión a la casa de los duques de Villahermosa, por las sucesivas vinculaciones familiares, hasta la abolición de los señoríos en 1833.
La mejor difusión que ha tenido la localidad de Alcalá de Ebro en la historia de la literatura española sido su identificación con la famosa ínsula Barataria, por un tiempo gobernada por Sancho Panza, el conocido escudero de la más famosa figura literaria española, Don Quijote. Es de todos conocido, la estancia de la Villa de Pedrola de Miguel de Cervantes Saavedra, en el invierno de 1568 como paje del cardenal Julio Aguaviva y Aragón, hospedándose en la casa del Duque de Villahermosa, en aquel tiempo Martín de Aragón y Gurrea, gran amigo de las letras y cultivado aragonés en su época.
El conocimiento que, de las localidades cercanas, y en particular de Alcalá de Ebro, obtuvo Miguel de Cervantes durante la citada estancia en Pedrola, le sirvieron para reflejar en su obra larga la localidad de Alcalá de Ebro, que durante las crecidas del río Ebro que casi se convertía en una isla, al identificarla con la ínsula Barataria, y a los señores de la ínsula con los duques de Villahermosa (Cervantes Saavedra, Miguel de: “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Barcelona. 1980. Segunda parte, Cap. XLIV-LVII: Higueras Arnal, Antonio: op. Cit., P. 12).
Desde el punto de vista político-administrativo, Alcalá de Ebro perteneció a la Sobrecullida de Tarazona (1495), Vereda de Tarazona (1646) y corregimiento de Borja (1711-1833). Contando con ayuntamiento propio quizás desde 1834. Pertenece al partido judicial de la Almunia de doña Godina incorporándose en 1965 al partido judicial de Zaragoza (Ubieto Arteta, Antonio: op. Ci., vol. I. p. 63).
Eclesiásticamente, las referencias históricas nos remontan a 1155, cuando el lugar estando integrado en la diócesis de Pamplona, perteneciendo desde 1164 al arciprestazgo de Zaragoza (Rius Serra, José: “Rationes decimarun Hispaniae”. 1279-1280. Barcelona 1947. p. 96). En la actualidad pertenece al obispado de Zaragoza. Tiene una parroquia dedicada a la santísima Trinidad, del siglo XVII, antiguamente mantenida por el duque de Villahermosa (Madoz, Pascual: Op. Cit., p. 34, voz Alcalá de Ebro).
En cuanto a su población, desde la conquista aragonesa en 1119, se mantuvo el asentamiento de población musulmana, que la fogueación de 1495 registra 50 fuegos, todos musulmanes; recogiéndose 42 fuegos en la realizada en 1609, siendo todos aquellos moriscos. (Ubieto Arteta, Antonio: op. Ci., vol. I. p. 63).
En 1610 se produce la expulsión de los moriscos de España. En la localidad de Alcalá de Ebro, como gran parte de las poblaciones de señorío aragonés, tener una gran población morisca, con 42 casas registradas que suponían 210 personas. Su expulsión de España supuso uno de los mayores tránsitos de los realizados por los moriscos aragoneses, al ser incluidos en el tránsito 20º, que, desde Pedrola, se encaminaba hasta Alagón, para llegar a la muela, tras descansar en Bárboles y Pleitas, camino Belchite, Híjar, Alcañiz, la Fresneda y Rafales, para alcanzar Peñarroya de Tastavins, , última localidad de aragonesa, para encaminarse al puerto tarraconense de los Alfaques, en donde embarcaron camino de las costas africanas (Reglá, Joan: “Estudios sobre los moriscos”. Barcelona, 1974, p. 180).
Tras la expulsión de los moriscos, las tierras ocuparon con nuevos pobladores, y en el año 1646 ya se registran 30 fuegos. En el vecindario de 1718 se recogen 25 vecinos (Lezaún, Tomás Fermín de: “Estado eclesiástico y secular de las seis poblaciones y antiguos y actuales vecindarios del Reino de Aragón”. Zaragoza, 1778. ed. Facs. Cortes de Aragón, Zaragoza 1990).
A mediados del siglo XIX Madoz nos indica que tiene 60 casas, 50 vecinos y 238 almas. (Madoz, Pascual: Op. Cit., Voz Alcalá de Ebro). En el año 1900 tenía 380 habitantes, contando con 281 habitantes en 1970 (Ubieto Arteta, Antonio: Op. Cit. p. 63; Geografía de Aragón: op. Cit., p. 12), para alcanzar los 331 habitantes de derecho en 1995.
En lo relativo a su actividad económica, disfruta desde tiempos antiguos, como relata Ignacio de Asso hablando de las localidades existentes en la Ribera del Ebro, de una fértil huerta, regada por el río jalón y por el canal de Tauste (Asso, Ignacio de: “historia de la economía política de Aragón”. Zaragoza, por Francisco Magallón, 1798. ed. Facs. Guara Editorial, Zaragoza, 1932, p. 50), cultivo que la actualidad se mantiene siendo una zona de potencial desarrollo industrial, por su localización en el aje zaragozano del Ebro.